Museo Memorial de la Resistencia un viaje por la lucha contra la dictadura

Me gustan los viajes por la historia, y claro, los hay de todo tipo. Unos son más turísticos que otros, pero todos nos ayudan a entender un poco más la idiosincrasia de la gente que habita el país que visitamos… La historia no determinará quienes o cómo somos, pero sí influye. ¿Qué seríamos sin ella, sin raíces? Por eso, y pensando en que “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”, los invito a visitar el Museo Memorial de la Resistencia.

 

Ya sabemos lo que es la dictadura. Latinoamérica está llena de ejemplos y decir quién tuvo la peor, o la cantidad de víctimas que ese régimen dejó no es algo de lo que queramos alardear. Es más bien algo de lo que aprender. Con eso en mente visité el Museo Memorial de la Resistencia, establecido en una casa de dos pisos (y un sótano) en la calle Arzobispo Nouel 210, en el centro histórico de Santo Domingo, e inaugurado al cumplirse cincuenta años del ajusticiamiento del tirano que, en nuestro caso, fue Rafael Leónidas Trujillo Molina, de quien la primera directora de este museo, Luisa de Peña, dijo que dejó más de 50, 000 víctimas, lo que lo convierte en uno de los más sangrientos de América Latina. Muchos habrán oído hablar de Trujillo, pero este museo no está realmente dedicado a él; los verdaderos protagonistas son quienes se atrevieron a enfrentarlo, la resistencia, la oposición.

Cuando abrieron tenían el respaldo de más de 160,000 documentos históricos que sustentan lo que presentan con el propósito de dar a conocer lo que ocurrió realmente, desenmascarar la verdad tras ciertos mitos, ofrecer detalles de esa historia que no termina con la desaparición física de Trujillo, pues “acabaron con el dictador, no con la dictadura”. Por eso el museo cubre también el periodo de 12 años del presidente Joaquín Balaguer, o sea, hasta 1978.

El recorrido empieza subiendo una escalera a la izquierda. Las paredes están llenas de información y antes de pasar al primer salón, una frase de Minerva Mirabal, la figura femenina más relevante en la lucha contra Trujillo domina una pared: “La historia no es una mera exposición de los hechos, es la interpretación de los hechos, sus causas y consecuencias, su proyección y su enlace”. Con esto en mente, ellos exponen, usted interpreta. De inicio presentan los “Mitos de la era”, aclarando cómo Trujillo ascendió al poder, y su megalomanía: parques y calles llevaban su nombre (en ese tiempo Santo Domingo se llamaba Ciudad Trujillo), y su imagen estaba hasta en una vajilla, en monedas e hizo acuñar una medalla con su nombre para condecorar a personalidades con la Orden de Trujillo.

Paredes redondeadas dan un toque moderno y la impresión de avanzar siguiendo un círculo, pero cuando sucede algo que da un giro especial al desarrollo, las curvas se vuelven líneas rectas, como pasillos. Esto pasa, por ejemplo, donde se encuentra el holograma de las hermanas Mirabal, las Mariposas, con el mensaje de Minerva… “¡Me niego a que todo sea igual!”, la oigo clamar mientras pienso en los países que ahora necesitan Minervas y Manolos…

Pero esos nombres no pueden decir nada a quien no conozca nuestra historia, así que les digo al menos que las “Mariposas” fueron heroínas víctimas de la maquinaria de Trujillo, y su asesinato aceleró el ajusticiamiento del dictador. Otro espacio así, recto, es el del revolucionario Manolo Tavárez Justo (muy realista, a excepción de los movimientos), en que se le escucha arengar a favor de la lucha. Mas adelante está la representación de un fragmento del puente Duarte, donde se vivió uno de los momentos claves de la revolución de abril de 1965. Cruzarlo sabiendo la historia, vale la pena. Aspectos modernos, como la iluminación, las pantallas con presentaciones audiovisuales que ofrecen información adicional, o el material y colores que utilizan para los paneles mantienen al visitante en esta época… no estamos tan lejos en el tiempo. El museo no solo presenta las diferentes expediciones o agrupaciones opositoras del régimen, rifles y bayonetas, sino los rostros y pertenencias personales de algunos revolucionarios caídos en diferentes momentos, unas gafas, una camisa ensangrentada… Están casos muy conocidos y otros que han estado menos en la luz, pero todos cuentan aquí.

Llegamos a una escalera que desciende hasta un patio interior, y ya creemos que terminó el recorrido, pero al bajar vemos, a un lado, una entrada color gris que dice CENTRO DE TORTURA LA 40. Allí en la pared de la escalera, también gris, un mensaje hace reflexionar: “Todo lo necesario para el triunfo del mal es que los hombres de bien no hagan nada”. La frase es del escritor, filósofo y político inglés Edmund Burke. Con ella en mente desciendo a un sótano de solo dos habitaciones, una dominada por una pantalla en la que a través de entrevistas se escuchan testimonios de sobrevivientes, y en la que un cuadro a la derecha llama poderosamente la atención, y otra donde está una réplica de la silla eléctrica, con las correas en los brazos de la silla para amarrar a la persona, algunas fotos (una muy famosa), una explicación general de las torturas y una maqueta. Gris…

Salga y deje que un sentimiento de felicidad recorra su ser. Esa era fue superada, este fue un recordatorio de lo que los seres humanos somos capaces de hacer por la libertad y la dignidad. Recordemos las palabras de Burke, y si para el triunfo del mal lo único necesario es que los hombres buenos no hagan nada, prestemos atención, hagamos, y el bien vencerá.

Ahora, ¡a disfrutar lo que tenemos! Está de vacaciones, relájese, diviértase y llénese de gratitud.

¡Hasta la próxima!

Por Miriam Veliz

 

 

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