La Alpargatería, color, comodidad y un espacio entretenido, relajante y familiar

Por Miriam Veliz

Me gusta. Esta casa antigua, colonial, de paredes blancas en la calle Salomé Ureña número 59 por fuera no se ve grande, pero dentro tiene todo lo que necesito, es profunda, con espacios dispuestos de manera inteligente y arreglados con gusto: lo primero es la tienda, que ofrece alpargatas hechas allí mismo por tres artesanos que tienen esta actividad como una tradición familiar. Las alpargatas, con sus colores, forman parte de la decoración de la tienda, y hay allí unos coquetos taburetes que seguro les gustarán. (No dejen de observar el piso, tiene historia).

Los dueños y “alpargateros” son mucho más que eso: Elena es diseñadora, César viene del área de turismo, ha sido gerente por muchos años y Ricardo es arquitecto. César, de México y Elena y Ricardo (hermanos) de España, abrieron este espacio hace menos de un año. Lo maravilloso del concepto que encuentran aquí es que no se limitan a hacer alpargatas y darles vida y color, modernizarlas, sino que te ofrecen personalizarlas, hacerlas a tu gusto, exclusivas, e incluso puedes crear el diseño que adornará la tela.

Empecemos por hablar de las alpargatas, y luego les cuento otras singularidades.

Las alpargatas, calzado muy liviano, delgado y hecho de fibras naturales tienen suela de soga de yute, esparto o cáñamo, que ofrece buen agarre al suelo y se asegura por simple ajuste o con cintas, según su gusto. Las considero el calzado ideal para caminar por la Zona Colonial o por cualquier otro lugar, pues te permiten ir cómodo, fresco y con el pie protegido. Ricardo Fernández, que es uno de los dueños, dice que traen telas de México, España y también usan las de aquí. Que utilizan algodón 100%, el forro es en canvas con algodón y la típica se hace de lona.

Lo rico es que no conformes con eso, han creado espacios como una salita de espera, agradable, con revistas variadas, hasta de arquitectura y cocina, un café-bar y áreas de juegos ideales para amigos y familia, de modo que puedes ir con los niños.

Una cortina de tiras de color separa la tienda del resto, y a tus pies tienen una alfombra grande de yute, el material utilizado en las alpargatas, y sillas de guano (¿ves? ¡todo natural!). Y en las paredes ves ladrillos originales, en los muebles, madera, y hay plantas por aquí y por allá.

Luego tienes áreas donde conversar, jugar una partida de cartas o cualquier juego de mesa (tienen varios, a escoger: Pictionary, parchís…) o en otra área un futbolín, que es bien divertido en familia. Por estas razones ves allí gente de todas las edades, y el lugar es tan casual, tan “relax” que puedes entrar incluso con tu perro a pasar el rato.

El área del café es muy sencilla, grata, y el menú está escrito en una pizarra sobre el bar, pero no te preocupes, aunque no lo tienen impreso, las opciones no son tantas, de modo que los mozos que se acercan a tu mesa, sin uniformes, con amabilidad, te lo pueden decir para que escojas, mientras esperas sentado en el agradable patio español que tiene bancos y mesas de madera, sobre los cuales ponen cómodos cojines (por cierto, este espacio también es artesanal y ecléctico: trajeron un carpintero que usó madera reciclada para las mesas y los bancos, luego, a medida que ha ido haciendo falta, han ido añadiendo sillas diferentes: de guano, de metal… tiene ocho mesas y las sillas son diferentes en cada una). Las plantas dan el toque necesario, pero lo que más me gusta es una raíz que se ha adherido a la pared y trepa por ella… eso transforma el pequeño patio en un espacio que no tiene precio. ¡Debe llevar años ahí!

Bueno ¿Qué sirven? Café, té, jugos naturales ¡deliciosos!, batidas, bebidas diversas y “tapas” (especie de aperitivos para acompañar los tragos): tortilla española muuy bien hecha (excelente, dice Ricardo) y “montaditos”, especie de tostadas muy frecuentes en España, que ellos generalmente hacen en pan alemán, en tamaño grande, sobre las que ponen la opción que elijas. Yo escogí un sabor exótico: queso manchego y mango, que  les sugiero probar… Pero no importa el montadito que elijas, de queso azul, jamón serrano… el precio es estándar RD$125.00 (impuestos incluidos), al menos por ahora.

Ah, pero quiero hacer un aparte para uno de los cafés que sirven y que lleva su nombre: el “café Alpargata”, con leche condensada, café, crema chantillí y un pirulí de chocolate, que es delicioso, y otro aparte para bebidas: hacen una margarita de limón con jengibre y escarchan el borde de la copa con “miguelito” (azúcar, chile y sal) que le da un toque realmente especial. También hacen margaritas tradicionales, por supuesto, y de tamarindo, de chinola, de fresa… tienen vinos: el de la casa es un Carmenère, pero los hay de distintas procedencias y grados de sofisticación, cavas incluidas, y puede pedirlos por copa o por botella; la variedad de cervezas también es interesante, tienen locales e internacionales como la Paulaner, alemana.

Transformación
Este espacio que abre de 4:00 de la tarde a 11:00 de la noche, está “vivo”, y en él se presentan exposiciones, conciertos tan variados como bossa nova, o palos, actividades diversas y la música que de noche se intensifica según el ambiente que se cree.

La clave del éxito: Los dueños siempre están, son sociales y además les gusta mucho lo que hacen, y ustedes saben que cuando hacemos lo que nos gusta, no solo nos divertimos en el proceso (por eso la buena cara) sino que las cosas nos quedan bien. Pasen por allá, y si viven aquí o van a quedarse un tiempo, ordenen unas alpargatas a su gusto; si solo están unos días, adquieran unas de las que ofrecen y pasen un rato agradable. Seguro querrán regresar.

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Touring - Dominican Republic

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